Última actualización: 4. septiembre 2020

¡Hola! Hoy en The Hidden Portal Finanzas iniciaré platicándote sobre un ‘meme’: Se trataba de una camioneta que había chocado con un auto deportivo –sí, uno de esos que fácilmente sobrepasan los 300,000 dólares–. Los comentarios eran muy creativos y se centraban en lo que le diría el conductor de la camioneta a la aseguradora. Era gracioso, pero pensé: ¿Y si no estaba asegurado?

Para evitar una situación como esta lo mejor es tener un seguro de daños a terceros. Su funcionamiento es relativamente sencillo: Tú pagas una póliza y, si dañas a otra persona –o su propiedad–, entonces la aseguradora se encargará de pagar por los daños que ocasionaste.

Y, aunque puede parecer que este seguro únicamente protege a un tercero, esto no es del todo cierto. Un seguro de daños a terceros –también conocido como seguro de responsabilidad civil– protege tu patrimonio y tu estabilidad financiera. ¿Te imaginas cuánto tardarías en pagar el daño al auto deportivo sin un seguro? Posiblemente lo más fácil que podrías hacer es hipotecar tu casa; lo cual tampoco es un escenario agradable.

¿Para quién es un seguro de daños a terceros?

Debes de saber que existen varios tipos de seguros de daños a terceros. Y, aunque unos de los más populares son aquellos para vehículos, también existen algunos diseñados específicamente para empresas, profesionistas e incluso como individuos. Algunas de las razones por las que deberías considerar estos seguros son:

  • Como empresa: Suelen proteger tanto a empleados como a clientes. Aunque en algunas empresas los riesgos son más evidentes, la realidad es que ninguna está exenta de riesgos. De hecho, aunque parece de película, ¿sabías que en algunos países si una persona resbala dentro de un negocio y se lastima la empresa debe hacerse cargo de los gastos médicos? En esta situación estos seguros son un excelente mecanismo para mantenerse libre de problemas jurídicos.
  • Como profesionista: Similar a las empresas, algunos profesionales podrían ser demandados al prestar sus servicios. El ejemplo más obvio es quienes trabajan en el área de la salud. Por esto, si consideras que al ejercer tu profesión existe la probabilidad de dañar a alguien más, lo mejor es que te acerques a tu aseguradora para sabes qué planes te pueden ofrecer.
  • Como individuo: Quizá son los menos conocidos, sin embargo muchas veces son necesarios cuando cuentas con propiedades que son ‘grandes’. Esto significa que si tienes un bote, o un edificio, e incluso una casa, podrías requerir esta protección en caso de que tu propiedad cause afectaciones a un tercero.

¿Qué alcance tienen?

Aunque existen varios tipos, generalmente las pólizas de seguro de daños a terceros cubren dos aspectos. El primero es el pago por la reparación de los daños ocasionados a otra persona o sus bienes. Y el segundo es la asesoría legal que el dueño de la póliza podría requerir en caso de que el afectado decida iniciar un proceso legal.

Finalmente, debes de saber que aunque estos seguros son de mucha ayuda, estos tienen algunos límites y exclusiones. Algunos de los más comunes son:

  • Si se descubre intencionalidad en el daño
  • Cuando se participa en actividades ilícitas
  • El límite de los gastos asegurados
  • Protecciones que no sean contratadas desde el inicio
  • Puede estar condicionado al pago de un deducible y un coaseguro
Tips para llevar

  • Un seguro de daños a terceros paga por las afectaciones ocasionados a otra persona o su propiedad
  • Además, te permiten mantener tu estabilidad financiera en caso de un accidente
  • Existe una gran variedad de seguros y los puedes requerir como conductor, empresario, profesionista o individuo
  • Generalmente, estos seguros incluyen indemnización por los daños y asesoría legal
  • Es muy importante que prestes atención a las cláusulas por las que la aseguradora no se hace responsable

Los seguros de daños a terceros son instrumentos financieros que protegen tu patrimonio en caso de dañar a alguien. Además, aunque no son obligatorios en todos los países, pueden ser la diferencia entre pasar un largo, duro y a veces incierto proceso legal, o tener la certidumbre de que en caso de accidente tendrás el respaldo legal y financiero de tu aseguradora. ¡Hasta la próxima!

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